Es por ello que en el sector noroeste, desde donde ilumina directamente el sol, hemos colocado hojas de papel afiche blanco sobre el vidrio de las ventanas y debajo de las cortinas.
Si no fuera así, tendríamos la acción directa de los rayos solares que aún atravesando el vidrio y la cortina, dejan su marca sobre los objetos.
En la última imagen, abajo, se puede observar cómo a pocos días de haber forrado con papel de color naranja los frentes de las estanterías, éstos han sido decolorados por la acción solar, notándose la diferencia con la parte del papel que ha sido tapada por una lámina.
Sucede que los rayos solares activan la lignina presente en el papel, haciendo que pierda su color, su humedad, y se vuelvan los papeles amarillentos, quebradizos y frágiles acortando su durabilidad.
En el caso de una lámina, no tendría tanta importancia, pero sí en el caso de los libros, éstos deben estar protegidos de la luz solar.
Es muy agradable estar leyendo o estudiando con las cortinas de las ventanas despejando a nuestra vista el paisaje del exterior, pero en la Biblioteca no lo permitimos para proteger la colección. Y la mayoría lo entiende.
EB
